El hombre practicaba el canibalismo, de manera habitual, hace unos 800.000 años. Así lo recoge un estudio paleontológico de los restos que se han encontrado en el yacimiento de Atapuerca (Burgos). Dicho estudio ha encintrado evidencias de prácticas antropofágicas en los huesos que se han encontrado “Nos encontramos ante el caso de canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento”.
El estudio se ha publicado en el “Cultural Cannibalism as Paleoeconomic System in the European Lower Pleistocene”, en el que encontraron huesos de un niño que mostraban marcas de corte que se practicaban conherramientascomo piedras. Según IsabelCaceresdel Iphes: “El análisis de los restos craniales y postcraniales de Homo Antecesor ha permitido identificar diversas alteraciones de origen antrópico -marcos de cortes y fracturas de hueso (…) estos fósiles no muestran una distribución específica ya que aparecen mezclados con instrumentos líticos y huesos de otros animales, como ciervos, caballos o rinocerontes. Ambos tipos de restos muestran modelos de provecho y patrones de carnicería similares”.
Para contestar esta pregunta se necesita previamente distinguir de qué canibalismo estamos hablando. Uno es el canibalismo esporádico, que aparece en condiciones de hambre desesperada y que es inducida por el instinto de sobrevivencia, como ocurrió en el caso de la cordillera o en otras situaciones similares. Otro es el canibalismo ritual, en que la familia consume a sus muertos durante los ritos funerarios, ya sea para heredar sus cualidades u honrar su memoria, como parece que sucedía hasta hace poco en Papúa Nueva Guinea, donde era un hábito comerse el cerebro de los parientes fallecidos (a ello se atribuye la extensión de una enfermedad degenerativa del cerebro, llamada "Kuru").
Pero lo que ha sido objeto de estudio y controversias por parte de los antropólogos no se refiere a esos tipos de canibalismo, sino al canibalismo gastronómico cultural, habitual, de gourmet, que habría existido, en tiempos muy antiguos y también en tiempos más recientes, según consta en relatos de viajeros o misioneros en diferentes lugares del mundo, incluyendo Mesoamérica, las islas del Pacífico o el centro de Africa. A este canibalismo se refieren las preguntas antes planteadas.
Ello ha sido causa de numerosas y apasionadas controversias. Antropólogos, como Ashley Montagu, señalaba en 1937, que ese tipo de canibalismo no ha existido y que lo que se ha relatado en diversas crónicas, serían sólo mitos de viajeros. Williams Arens, antropólogo de State University de Nueva York, en su libro "The Man-Eating Myth", revisa todas los relatos e informaciones existentes de canibalismo que existían hasta 1979. Concluye que todas ellas, incluyendo el canibalismo que se atribuye a los Aztecas, Maoríes o los Zulúes, eran falsas o estaban inadecuadamente documentadas. Sin embargo, otros investigadores han cuestionado el escepticismo de Montagu y de Arens, argumentando que es posible que ciertos relatos históricos recientes, no fueran ciertos, pero que las evidencias arqueológicas de tiempos anteriores, son demasiado demostrativas como para ser negadas.
Solidez de los estudios antropológicos
En vista de lo cuestionable de los relatos actuales que señalan la existencia de canibalismo en los seres humanos, los estudios arqueológicos han adquirido gran importancia. Ellos se basan en los análisis de antiguos restos óseos, tanto humanos, como también de otros animales, que se han encontrado en diferentes partes del mundo, con huellas claras de corresponder a restos alimenticios del hombre primitivo.
Los arqueólogos dan gran valor a estos hallazgos óseos humanos, que frecuentemente se han encontrado junto a restos óseos de animales, que se presume fueron consumidos por el hombre primitivo. Ellos son habituales en las cavernas naturales, que en épocas primitivas sirvieron de refugio al hombre. Los restos óseos de animales encontrados en el mismo lugar que los restos humanos, pertenecientes a la misma época, adquieren gran importancia arqueológica. Se presume que si están juntos, no es porque hubieran compartido igual refugio, sino porque corresponden a animales que fueron consumidos por el hombre. Más aún, si las huellas que quedan en ellos, permiten suponer que fueron sacrificados y preparados para ser consumidos como alimento por el hombre. Si al mismo tiempo, y en el mismo lugar, se encuentran restos óseos humanos y éstos tienen los mismos tipos de huellas que los animales sacrificados y consumidos, los antropólogos los interpretan como evidencias de que allí existió canibalismo.
Cuando un mamífero consume a otro, quedan en sus restos óseos, huellas claras de sus dientes o fracturas, cortes o magulladuras consecutivas a la tracción y remoción de tejidos blandos y tendones. Pero cuando un ser humano se come a otro animal, aparte de las huellas que podrían dejar sus dientes y la tracción, quedan estampadas además otras marcas óseas que sólo se pueden explicar por la elaboración culinaria que el hombre ha realizado para consumirlo como alimento. Este es capaz de procesar al animal, ya sea utilizando instrumentos de piedra o metal, los que necesariamente dejan huellas óseas características, de acuerdo a los instrumentos utilizados. Si en lugar de haber consumido otro animal, ha consumido a otro ser humano, quedan también en sus huesos los mismos tipos de lesiones.
Es especialmente importante el método de procesamiento, el que puede dejar marcas características en los restos óseos, como huellas de cortes, golpes de martillo, fracturas óseas, separación de articulaciones o quemaduras propias de la elaboración culinaria. La selección y búsqueda de tejidos nutritivamente valiosos, como es el cerebro o la médula ósea, tienen que hacerse con instrumentos apropiados, los que dejan lesiones muy características en los respectivos huesos. Así por ejemplo, para extraer la médula de un hueso largo, es necesario quebrarlo en la misma dirección, lo que seguramente se ha hecho con una piedra o algún instrumento metálico (fig. 2). Del mismo modo, para extraer el cerebro, hay que previamente romper el cráneo (fig.1). Son importantes los signos de quemaduras en huesos humanos y de mamíferos, ya que ellos son señales inequívocas que estas presas fueron consumidas por el hombre (fig. 3). Frente a este tipo de hallazgos en huesos de animales y humanos, encontrados en el mismo lugar y en la misma época, los arqueólogos concluyen que allí existió canibalismo.
Los primeros caníbales europeos
Los sitios paleontológicos más antiguos de Europa están en el norte de España, a los pies de los cerros de Atapuerta. Allí las excavaciones han encontrado restos humanos que corresponden a una edad de 800.000 mil años, junto a restos animales, como venados, visones y rinocerontes. Los restos humanoides encontrados hace algunos años consistían de 92 fragmentos que habrían pertenecido a seis individuos. Ellos tenían huellas inconfundibles de haber sido procesados con herramientas de piedras, para cortar trozos de carne, como también para extraer el cerebro y la médula ósea de los huesos largos. Estas mismas huellas de carnicería, estaban también en los restos de los huesos de animales encontrados en el mismo lugar. Según los antropólogos, ello constituye una evidencia de que allí existió canibalismo.
También las mismas huellas se han encontrado en hallazgos más recientes, que corresponden a la época de los Neanderthal, que vivieron en Europa y Asia, entre 35.000 y 150.000 años atrás. Ellos se han encontrado en Croacia (Krapina) y en Vindija, y también en el sud-este de Francia, en una pequeña caverna, ocupada hace 100.000 años, donde se encontraron los residuos de seis Neanderthal, cuyos restos óseos señalaban claros signos de canibalismo. Muchos de estos y otros restos encontrados, están separados, no sólo geográficamente, sino también en el tiempo por miles de generaciones, por lo que se presume que el canibalismo fue una práctica constante y habitual en los homínidos de aquellas épocas. Más aún, si iguales descubrimientos de canibalismo se han hecho en Norte América, en Nuevo México y Colorado, en el área donde se desarrolló la cultura Anasazi. Allí también se han encontrado evidencias similares que hacen pensar que el canibalismo fue una práctica habitual. Es muy frecuente la ruptura del cráneo como para extraer el cerebro, al igual que la ruptura de los huesos largos para extraerles la médula ósea, después de haber removido las partes blandas. Hay que tomar en cuenta que los primeros habitantes llegaron a América sólo entre 15.000 a 25.000 años atrás (Cuándo y cómo llegó el hombre a América) , de modo que si existió el canibalismo, esta práctica estuvo presente hasta hace relativamente poco tiempo (en términos antropológicos).
Finalmente, dentro de estas evidencias de la existencia de canibalismo, están los hallazgos de Richard Marlar de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado. El y sus colaboradores dicen haber encontrado hemoglobina humana en los vasos de cerámica de la cultura Anasazi, lo que sugiere que fueron cocinados con carne humana. Más aún, en coprolitos humanos quemados (antiguas deposiciones), encontrados cerca del fuego en uno de los refugios abandonados, también se comprobó la existencia de hemoglobina humana.
Por que el canibalismo
Es muy posible que el canibalismo haya sido frecuente en aquella época por la dificultad de conseguir alimento en forma estable. Se piensa que hace sólo 15 mil años, el hombre era nómade, cazador y recolector. Es decir, su abastecimiento de alimento tiene que haber sido muy irregular y dependiente de la caza y las estaciones del año, más aún con las primitivas armas de que se disponía en aquella época. Es entonces comprensible que en los tiempos de escasez haya tenido que ser caníbal. También es posible que el canibalismo haya sido una solución para mantener alejados a los intrusos que merodeaban el lugar. Más tarde, cuando el hombre se estableció y se hizo agricultor, el abastecimiento de alimentos ya fue más regular, y el canibalismo ya no tenía sentido, por lo que se dejó de practicar. Menos probable es que el canibalismo haya sido por razones de gourmet, porque les gustara la carne humana. ¡Algo bueno nos trajo la civilización!.
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