El tamaño del pene
Este complejo es, junto con el del boy scout (siempre listo),
el que más afecta al hombre. Hay un dato de la anatomía de la mujer que
destierra de inmediato este mito: la zona más sensible de la vagina se encuentra
en los dos primeros centímetros de la entrada de la misma. Teniendo en cuenta
que los labios vulvares tienen como promedio 3 cm (labios mayores y menores
conjuntamente) y la zona más sensible de la vagina está en los dos primeros
centímetros, tenemos que un pene de 6 cm puede pasar los tres centímetros de los
labios y llegar a los dos primeros de la vagina con toda comodidad. Es mas
importante el ancho, para estimular por rozamiento estos primeros centímetros
mas sensibles, que el largo, la influencia del largo está dada mas bien por las
fantasías que lo rodean. No debemos olvidar, por otra parte, que el clítoris es
siempre accesible. Por otra parte, los penes mas pequeños en estado de flacidez,
crecen promedialmente más en erección que aquellos de mayor tamaño, y la vagina,
por ser una cavidad virtual, tiene la capacidad de adaptarse a cualquier tamaño
de pene. La diferencia en el estímulo que reciba una mujer será más de orden
psicológico que de base física, que sin dejar de ser importante, no impide un
goce profundo, más cuando la relación está acompañada de amor. De más está decir
que el tamaño no influye en el sexo oral y tampoco en el sexo anal, tanto hetero
como homosexual, ya que la zona sensible en ambos es el esfínter anal,
agregándose en el varón la estimulación indirecta de la próstata, zona que un
pene de las dimensiones antes especificadas es capaz de alcanzar.
El doble orgasmo femenino
Persiste aún la creencia que en la mujer se dan dos orgasmos,
uno vaginal, considerado maduro y otro clitoridiano, el inmaduro. Cuántas
mujeres arrastraron por tiempo el trauma de sentirse incapaces de llegar a ese
orgasmo maduro y ni intentaron la estimulación clitoridiana, privándose del
placer sexual por mucho tiempo. Lo que han demostrado los estudios de los
mejores sexólogos a nivel mundial, destacándose entre ellos los de Master &
Johnson y Kinsey, es que no hay tales orgasmos, sino que existe un único orgasmo
femenino.
Los últimos
estudios incluso afirman que el orgasmo femenino es clitoridiano, es
el clítoris correctamente estimulado, el
que desencadenará la descarga muscular y psicológica que constituye el
orgasmo.
La vejez asexuada
Un ritmo sexual mantenido durante toda la vida asegura una
vejez con sexualidad. Ese ritmo lo marca cada pareja y si bien puede disminuir
la cantidad de veces que se llega al coito no tiene porque desaparecer. Haremos
algunas consideraciones para el caso del varón y para el de la mujer ya que
viven situaciones biológicas diferentes que exigen abordajes distintos. En el
varón las pérdidas reales se limitan a la disminución de la capacidad
procreativa por la baja del proceso de espermatogénesis, el período refractario
post-coito se alarga, pudiendo llegar a ser de días y la calidad de la erección
disminuye, tanto en rigidez como en duración. Este proceso es lento y
progresivo, comenzando a notarse después de los 35 años. Si la persona tiene una
vida sexual activa no pierde su capacidad sexual, solo disminuye lentamente.
Puede ser que a los 80 años el hombre tenga una relación coital cada tres
semanas, pero no esta privado de relaciones sexuales no coitales, a las cuales
tal vez no dedicó tiempo en su juventud, por su gran capacidad coital y aunque
parezca extraño, debe aprender con 60 o 70 años dimensiones de la sexualidad
hasta entonces inexploradas. La mujer vive una experiencia llamada menopausia
que marca la desaparición de su capacidad procreativa, pero no debe jamás marcar
la desaparición de su vida sexual. Esta experiencia bien asumida puede ser,
desaparecido el fantasma del posible embarazo no deseado, el comienzo de una
vida sexual nueva, más placentera y libre. La carencia hormonal, fruto de la
menopausia, concomitantemente trae aparejada una menor lubricación vaginal,
actualmente solucionable con productos específicos. Además, la propia carencia
hormonal hoy es solucionada con el adecuado tratamiento y seguimiento de un
ginecólogo, superando así la posible disminución del apetito sexual.
La pasividad femenina y el protagonismo
masculino
Todavía
hay varones que se sienten avasallados y sin
capacidad de respuesta frente a una mujer que toma la iniciativa. Tal vez sea
por esto que frecuentemente se toma por fácil a una mujer que, al igual que el
varón, siente necesidades sexuales y se anima a expresarlas libremente. Esto es
más evidente en nuestra sociedad, que todavía sostiene el machismo, reproducido
lamentablemente no solo por los varones que sacan provecho de él, sino por las
mujeres que educan a sus hijos, permitiendo o prohibiendo ciertas actividades,
formas de pensar, juegos o lecturas, ya se trate de un hijo varón o una hija
mujer.
Estas diferencias se acentúan más si se trata de temas
sexuales, sin darse cuenta que la realidad se impone y que con formación o sin
ella la vida continúa . El ser humano buscará desarrollar todas sus capacidades
a su momento y no cuando los perjuicios o mitos quieran
hacerlo.
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