Riso en esta entrega además de analizar lo complicado que resulta ser hombre,propone una nueva masculinidad que supere los estereotipos tradicionales. El libro se divide en los siguientes tres capítulos:
Parte I: ¿Cuál sexo fuerte? Algunas consideraciones sobre la supuesta fortaleza del varón y su natural debilidad humana.
En este apartado, se analiza cómo en los albores de la civilización la fuerza física aseguró la supervivencia del más fuerte. Sin embargo, la fuerza física aún es un requisito importante de la masculinidad. Se suma a esto, la valentía, dominancia y seguridad. Riso se pregunta, si en realidad el hombre necesita ser física y psicológicamente tan poderoso como se quiere mostrar. Asimismo, Riso se refiere a tres miedos básicos que afectan al varón: 1) miedo al miedo: el varón no puede demostrar temor, un varón cobarde es segregado y seriamente cuestionado, no sólo por las mujeres, sino también y principalmente, por los hombres; 2) miedo a estar afectivamente solo: la deprivación afectiva ante la separación, el rompimiento de un noviazgo o la viudez es devastadora y responsable de todo tipo de miedos, inseguridades y depresión, y; 3) miedo al fracaso: querer ser un triunfador a toda costa. Los varones no saben perder. Parte de esta problemática encuentra explicación en dos peligrosos mitos: "vales por lo que tienes" y "todo lo puedes".
Parte II: ¿Pueden y saben amar los hombres? Acerca del mito de la insensibilidad masculina y su supuesta incapacidad de amar.
En este apartado se señalan tres conflictos afectivos que han caracterizado la vida amorosa masculina:
a) el conflicto emocional primario: los varones se esfuerzan en mostrar el lado agresivo de su masculinidad instaurado por la sociedad patriarcal. El problema es que el varón no sufre de atrofia sentimental, sino que tiene miedo a dar rienda suelta a todo el potencial afectivo con que cuenta. Según Riso, dos esquemas maladaptativos obstaculizan la comunicación afectiva masculina: "si expreso libremente todos mis sentimientos voy a mostrarme débil y femenino y seré rechazado", y "si me despojo de mis defensas racionales quedaré a merced de los otros, y se aprovecharán de mí";
b) el conflicto afectivo con lo femenino: la masculinidad se define en oposición a lo femenino. Riso sostiene, "en vez de aprender a ser hombres reafirmando lo que tenemos que hacer, lo aprendemos por defecto, es decir, por lo que no tenemos que hacer. Para ser varones debemos diferenciarnos de las mujeres, más aún, cuanto menos nos parezcamos, más hombres seremos". Luego, habla de algunos estilos afectivos masculinos: 1) el hombre apegado-inmaduro, es un varón dependiente, débil, aniñado y posiblemente afeminado. El rasgo principal está en el apego y en el miedo a ser varón. Este tipo de hombre no sabe ni puede amar, porque está demasiado concentrado en sí mismo; 2) el hombre culpable-sumiso muestra un aparente amor incondicional por sus mujeres y una tolerancia sin límites. Este hombre se siente internamente miserable y sin derecho a un amor respetable, y por tal razón el castigo suele convertirse en fuente de placer; 3) el hombre esquizoide-ermitaño, se caracteriza por un estado afectivo plano, pero especialmente con la mujeres: ni deseo ni amor. Es indiferente, está desconectado emocional y sexualmente, es incapaz de amar; 4) el hombre agresivo-destructor, la motivación principal del alejamiento femenino es el odio. La agresión manifestado por estos varones no es pasiva sino activa y directa. Hay un profundo rencor y una marcada incapacidad de perdonar a las mujeres. Ellas siempre son vistas como malas, manipuladoras, explotadoras y poco confiables, pero contradictoriamente, deseables; 5) el hombre veleta, es impredecible y contradictorio, no es capaz de de establecerse por mucho tiempo en relaciones afectivas estables; y, 6) el hombre afectivamente estructurado, al contrario del varón machista, este hombre ama su lado femenino, lo cuida, lo incluye en su vida cotidiana y deja que se manifieste cuando así se requiera;
a) el conflicto emocional primario: los varones se esfuerzan en mostrar el lado agresivo de su masculinidad instaurado por la sociedad patriarcal. El problema es que el varón no sufre de atrofia sentimental, sino que tiene miedo a dar rienda suelta a todo el potencial afectivo con que cuenta. Según Riso, dos esquemas maladaptativos obstaculizan la comunicación afectiva masculina: "si expreso libremente todos mis sentimientos voy a mostrarme débil y femenino y seré rechazado", y "si me despojo de mis defensas racionales quedaré a merced de los otros, y se aprovecharán de mí";
b) el conflicto afectivo con lo femenino: la masculinidad se define en oposición a lo femenino. Riso sostiene, "en vez de aprender a ser hombres reafirmando lo que tenemos que hacer, lo aprendemos por defecto, es decir, por lo que no tenemos que hacer. Para ser varones debemos diferenciarnos de las mujeres, más aún, cuanto menos nos parezcamos, más hombres seremos". Luego, habla de algunos estilos afectivos masculinos: 1) el hombre apegado-inmaduro, es un varón dependiente, débil, aniñado y posiblemente afeminado. El rasgo principal está en el apego y en el miedo a ser varón. Este tipo de hombre no sabe ni puede amar, porque está demasiado concentrado en sí mismo; 2) el hombre culpable-sumiso muestra un aparente amor incondicional por sus mujeres y una tolerancia sin límites. Este hombre se siente internamente miserable y sin derecho a un amor respetable, y por tal razón el castigo suele convertirse en fuente de placer; 3) el hombre esquizoide-ermitaño, se caracteriza por un estado afectivo plano, pero especialmente con la mujeres: ni deseo ni amor. Es indiferente, está desconectado emocional y sexualmente, es incapaz de amar; 4) el hombre agresivo-destructor, la motivación principal del alejamiento femenino es el odio. La agresión manifestado por estos varones no es pasiva sino activa y directa. Hay un profundo rencor y una marcada incapacidad de perdonar a las mujeres. Ellas siempre son vistas como malas, manipuladoras, explotadoras y poco confiables, pero contradictoriamente, deseables; 5) el hombre veleta, es impredecible y contradictorio, no es capaz de de establecerse por mucho tiempo en relaciones afectivas estables; y, 6) el hombre afectivamente estructurado, al contrario del varón machista, este hombre ama su lado femenino, lo cuida, lo incluye en su vida cotidiana y deja que se manifieste cuando así se requiera;
c) el conflicto con la paternidad: de acuerdo con el autor, ciertos estereotipos sociales han bloqueado las potencialidades masculinas para ejercer una adecuada paternidad. La gran mayoría de los varones con problemas psicológicos tienen malos recuerdos de sus padres, pero no por el daño recibido sino por el afecto negado. Según Riso, las investigaciones muestran que la presencia de un padre frío y afectivamente distante es mucho más nociva y peligrosa que un padre ausente.
Parte III: La sexualidad masculina, un problema por resolver.
Después de explicar la adicción masculina por la sexualidad a través de tres aspectos: el culto al falo, la educación sexual del varón y el placer biológico, Riso se pregunta qué tan importante es el afecto para la sexualidad masculina. Según él, los hombres son capaces de separar el sexo del afecto. Cuando un varón se satisface sexualmente con una mujer por la que no siente sino atracción física, escapa de inmediato.
También habla de la fidelidad masculina y considera que aunque no son mayoría, es posible encontrar hombres fieles. Sin embargo, la premura biológica junto con la necesidad de autoafirmarse en la conquista: "cuantas más mujeres tenga, más macho soy", lleva al varón a ser infiel. Finalmente, el autor propone dignificar la sexualidad masculina sin racionalizar exageradamente el sexo ni coartarlo, sino respetando la integridad psicológica, tanto del varón como de la mujer. Según Riso, ser digno en el sexo es quererse a uno mismo sin dejar de querer, y entregarse sin misericordia, sin lastimar ni lastimarse.
También habla de la fidelidad masculina y considera que aunque no son mayoría, es posible encontrar hombres fieles. Sin embargo, la premura biológica junto con la necesidad de autoafirmarse en la conquista: "cuantas más mujeres tenga, más macho soy", lleva al varón a ser infiel. Finalmente, el autor propone dignificar la sexualidad masculina sin racionalizar exageradamente el sexo ni coartarlo, sino respetando la integridad psicológica, tanto del varón como de la mujer. Según Riso, ser digno en el sexo es quererse a uno mismo sin dejar de querer, y entregarse sin misericordia, sin lastimar ni lastimarse.
Fuente: http://es.shvoong.com/books/guidance-self-improvement/1824010-intimidades-masculinas-lo-que-toda/#ixzz1bfbl9ijY
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