Las plantas, mediante la técnica de la fitoterapia, pueden actuar terapéuticamente sobre el organismo, ya sea por su aplicación externa o interna. Las de uso interno, son las que están consideradas aptas para ser ingeridas con fines curativos.
Un ejemplo de ellas, son las hojas y los brotes tiernos del romero, el perejil o el apio, los cuales pueden ser incorporados a las comidas. En forma de infusiones o jarabes, se suele administrar la manzanilla y el jengibre. Generalmente, el uso interno de las plantas produce efectos más rápidos.
Las aplicaciones de carácter externo se suelen realizar por medio de cremas, ungüentos, bálsamos y aceites vegetales. Estos formatos son los más utilizados, debido a que permiten que las sustancias sean fácilmente absorbidas por el cuerpo.
Dentro de los tratamientos en base a aplicaciones externas, tenemos principalmente, a los relacionados a la talasoterapia con aceites esenciales.
Entre los diversos males que pueden ser tratados bajo esta práctica se encuentran el acné, la gripe, la hipertensión, el insomnio, el estrés, la tos, las úlceras, etc.
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