La
Hipomelanosis de Ito es un síndrome neurocutáneo que se caracteriza por lesiones
en piel, tipo máculas o placas de bordes
irregulares, que toman un patrón verrugoso, en espiral, veteado y a veces en parches, las cuales pueden ser unilaterales o bilaterales y no están
precedidas por inflamación. Estas lesiones se consideran la imagen en negativo
de la incontinencia pigmenti. Se han descrito pocos casos familiares, algunos
autores reportan que predomina en el sexo femenino otros no reportan diferencias
entre ambos sexos.
En
aproximadamente un 75% de los casos
reportados se presentan alteraciones del
sistema nervioso central,
musculoesqueléticas, del desarrollo psico-motriz, oftalmológicas, dentales y genéticas.
No existe un patrón de aparición específico de las alteraciones
asociadas, constituyendo de esta manera
un espectro muy amplio de hallazgos de
difícil interpretación, inclinándose la
mayoría de los autores hacia la idea de
un trastorno genético como base de la
patología, en la cual las lesiones
cutáneas, hasta los momentos, constituyen un hallazgo constante. Entre las asociaciones más importantes se encuentran trastornos convulsivos, retraso del desarrollo psicomotriz, retraso mental, clinodactilia, malformaciones de la columna vertebral dorso lumbar, dientes cónicos,
paladar ojival, papiloma del plexo
coroideo, pubertad precoz y alteraciones
genéticas, entre otras. La frecuencia
con que se presenta el mosaico
cromosómico varía entre un 16% y un 61%
según las series. Según Glover et al, el mosaico cromosómico reportado en
numerosos casos podría explicar las lesiones hipomelanóticas, ya que existirían
dos poblaciones celulares de melanocitos con distintos potenciales para producir melanina, además de mosaicismo se han reportado aberraciones estructurales de cromosomas autosómicos y sexuales, aneuploidia, poliploidia,
etc.
Las
lesiones siguen el patrón característico de las líneas de Blaschko y la hipótesis más aceptada para explicar esta distribución plantea que durante la embriogénesis ocurren mutaciones que originan clones de células ectodermales las cuales permanecen fijas a
nivel de la columna vertebral y se desplazan en dirección ventral en el resto del cuerpo, al crecer
el feto en dirección céfalo-caudal estas líneas se deforman produciendo una imagen en V, con centro en la columna y los brazos abiertos en
la región dorsal, se distribuyen en
forma de S horizontal en la cara
anterior del tronco, en espiral en el cuero cabelludo y presentan una distribución longitudinal en las extremidades.
Cada vez se relaciona más esta
distribución con mosaicismo cromosómico; el hecho de que en muchos casos no se logre detectar dicho mosaico en muestras de sangre periférica ni en células de piel podría explicarse en la utilización de métodos inadecuados o en el cultivo de células equivocadas. Al parecer se obtiene un porcentaje mayor de positividad si se cultivan queratinocitos en
lugar de fibroblastos de piel.
En vista de
las numerosas y complejas alteraciones que se asocian con esta entidad, parece
prudente utilizar como guía los criterios diagnósticos publicados por
Ruiz-Maldonado et al. (ver Tabla) en 1992; las alteraciones genéticas fueron colocados por el
grupo de RuizMaldonado como un criterio menor, debido a la baja frecuencia con que se
presentaron en su serie.
Los
hallazgos histopatológicos se consideran muy inespecíficos para utilizarlos como
criterio diagnóstico. En los casos en los que no aparezcan lesiones extracutáneas de
importancia es indispensable mantener un seguimiento multidisciplinario, que incluya
valoraciones pediátricas, neurológicas, traumatológicas, ortopédicas,
oftalmológicas, psicológicas genéticas, etc., con la finalidad de detectar
precozmente cualquier anomalía que requiera intervención profesional para su
corrección. Esto nos permitiría obtener
más información y por lo tanto facilitar
el estudio de tan compleja patología.
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