A mediados de los años cuarenta, se descubrió que la mujeres tenían en la vagina una zona erógena distinta al clítoris. Otras investigaciones posteriores confirmaron el hallazgo y lo bautizaron con el nombre que hoy conocemos: punto G.
Hay que constatar que no todos los especialistas están de acuerdo con la existencia del punto G. Unos creen en su existencia, basándose en datos concretos, pero otros aún no han encontrado las pruebas empíricas necesarias. Dicen los primeros que se trata de una superficie de unos treinta milímetros de ancho, rica en terminaciones nerviosas, situada en la pared anterior de la vagina, a una profundidad aproximada de cinco centímetros desde el orificio vaginal. Para localizarlo con más facilidad, conviene estar sentada o en cuclillas e introducir los dedos presionando sobre la pared anterior de la vagina.
Cuentan quienes lo han encontrado que, tras su estimulación, aumenta en tamaño y firmeza. En ocasiones, al alcanzar el orgasmo, también puede provocar la salida copiosa de un líquido incoloro e inodoro que algunos llaman «eyaculación femenina» . En el hombre también existiría un punto G, que correspondería a la glándula prostática.
Cuentan quienes lo han encontrado que, tras su estimulación, aumenta en tamaño y firmeza. En ocasiones, al alcanzar el orgasmo, también puede provocar la salida copiosa de un líquido incoloro e inodoro que algunos llaman «eyaculación femenina» . En el hombre también existiría un punto G, que correspondería a la glándula prostática.
Dr. Pedro Barreda
Material extraído parcialmente del libro exitosos Alicia Gallti. España,
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