Es la primera causa de muerte en la mujer, la segunda en el varón, y la primera causa de discapacidad severa en el adulto
¿Qué es el ictus? También denominado “ataque cerebral”. “apoplejía” o “accidente cerebrovascular”, es una interrupción del suministro de sangre a cualquier parte del cerebro. Puede ocurrir porque un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro resulta bloqueado por un coágulo de sangre (ictus isquémico) o porque un vaso sanguíneo se rompe, produciendo filtración de sangre dentro del cerebro (ictus hemorrágico). Al no recibir la sangre y el oxígeno necesarios, las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente al cerebro.
El ictus es, ante todo, una urgencia médica. La supervivencia y la recuperación del paciente están directamente relacionadas con la rapidez y la eficacia de la atención médica recibidas.
Factores de riesgo. El principal factor de riesgo de ictus es la hipertensión: un 60% de las personas que han sufrido un ictus son hipertensas, de ahí que el control de la tensión arterial sea considerada como la principal medida preventiva. Padecer diabetes o enfermedad cardiovascular, tener antecedentes familiares de ictus, tener más de 60 años, haber sufrido traumas craneales, consumir tabaco, alcohol o cocaína... son otros factores que aumentan las probabilidades. Haber sufrido un ictus previo es otro factor de riesgo importante. De hecho, una persona que ya ha tenido un ictus tiene un riesgo 9 veces mayor de sufrir otro.
Alerta a los síntomas. Los síntomas dependen de qué parte del cerebro esté lesionada. En algunos casos, es posible que el afectado ni siquiera se dé cuenta de que ha sufrido un accidente cerebrovascular. En general, se presentan de forma súbita. Pueden ser episódicos (ocurren y luego se detienen) o pueden empeorar lentamente con el tiempo. Los síntomas pueden ir desde el coma o la pérdida del conocimiento a la confusión, la somnolencia, la dificultad para hablar o entender a otros, pasando por los problemas para tragar, la dificultad para leer o escribir, el dolor de cabeza intenso y sin explicación, la pérdida de equilibrio, las náuseas y vómitos, la debilidad o el entumecimiento (a menudo en un lado del cuerpo), la pérdida de visión total o parcial y hasta la crisis epiléptica. Ante cualquiera de estos síntoma, los especialistas aconsejan llamar inmediatamente al servicio de urgencias o acudir sin demora al hospital más cercano o, ya que el tratamiento inmediato puede salvar vidas y reducir la discapacidad. Es vital determinar si se trata de un ictus isquémico o hemorrágico, para poder iniciar el tratamiento apropiado (por ejemplo, administrar trombolíticos –que disuelven los coágulos de sangre-- si se trata de un ictus isquémico) dentro de las 3 horas siguientes al inicio de los síntomas. De ahí la frase de que “el tiempo es cerebro”.
Rehabilitación a la medida. El objetivo del tratamiento a largo plazo es ayudar al paciente a recuperar la mayor funcionalidad posible y a prevenir ictus futuros. El tiempo de recuperación y la necesidad de tratamiento prolongado difieren de una persona a otra. Dependiendo de los síntomas, la rehabilitación del paciente de ictus puede incluir terapia ocupacional, fisioterapia y logopedia, además del tratamiento farmacológico indicado por el médico y cambios saludables en la dieta y el estilo de vida.
¿Qué es el ictus? También denominado “ataque cerebral”. “apoplejía” o “accidente cerebrovascular”, es una interrupción del suministro de sangre a cualquier parte del cerebro. Puede ocurrir porque un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro resulta bloqueado por un coágulo de sangre (ictus isquémico) o porque un vaso sanguíneo se rompe, produciendo filtración de sangre dentro del cerebro (ictus hemorrágico). Al no recibir la sangre y el oxígeno necesarios, las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente al cerebro.
El ictus es, ante todo, una urgencia médica. La supervivencia y la recuperación del paciente están directamente relacionadas con la rapidez y la eficacia de la atención médica recibidas.
Factores de riesgo. El principal factor de riesgo de ictus es la hipertensión: un 60% de las personas que han sufrido un ictus son hipertensas, de ahí que el control de la tensión arterial sea considerada como la principal medida preventiva. Padecer diabetes o enfermedad cardiovascular, tener antecedentes familiares de ictus, tener más de 60 años, haber sufrido traumas craneales, consumir tabaco, alcohol o cocaína... son otros factores que aumentan las probabilidades. Haber sufrido un ictus previo es otro factor de riesgo importante. De hecho, una persona que ya ha tenido un ictus tiene un riesgo 9 veces mayor de sufrir otro.
Alerta a los síntomas. Los síntomas dependen de qué parte del cerebro esté lesionada. En algunos casos, es posible que el afectado ni siquiera se dé cuenta de que ha sufrido un accidente cerebrovascular. En general, se presentan de forma súbita. Pueden ser episódicos (ocurren y luego se detienen) o pueden empeorar lentamente con el tiempo. Los síntomas pueden ir desde el coma o la pérdida del conocimiento a la confusión, la somnolencia, la dificultad para hablar o entender a otros, pasando por los problemas para tragar, la dificultad para leer o escribir, el dolor de cabeza intenso y sin explicación, la pérdida de equilibrio, las náuseas y vómitos, la debilidad o el entumecimiento (a menudo en un lado del cuerpo), la pérdida de visión total o parcial y hasta la crisis epiléptica. Ante cualquiera de estos síntoma, los especialistas aconsejan llamar inmediatamente al servicio de urgencias o acudir sin demora al hospital más cercano o, ya que el tratamiento inmediato puede salvar vidas y reducir la discapacidad. Es vital determinar si se trata de un ictus isquémico o hemorrágico, para poder iniciar el tratamiento apropiado (por ejemplo, administrar trombolíticos –que disuelven los coágulos de sangre-- si se trata de un ictus isquémico) dentro de las 3 horas siguientes al inicio de los síntomas. De ahí la frase de que “el tiempo es cerebro”.
Rehabilitación a la medida. El objetivo del tratamiento a largo plazo es ayudar al paciente a recuperar la mayor funcionalidad posible y a prevenir ictus futuros. El tiempo de recuperación y la necesidad de tratamiento prolongado difieren de una persona a otra. Dependiendo de los síntomas, la rehabilitación del paciente de ictus puede incluir terapia ocupacional, fisioterapia y logopedia, además del tratamiento farmacológico indicado por el médico y cambios saludables en la dieta y el estilo de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tú comentario es muy importante