Entre las mujeres de los países en desarrollo, el cáncer cervical es el segundo más mortal, después del cáncer de mama.
Cada día mueren 800 mujeres de cáncer cervical, cerca de 300.000 al año.
Kay Tayler, una ginecóloga de California, decidió que trataría de cambiar estos números y ya está salvando las vidas de miles de mujeres en América Latina, África e India.
Hace seis años, Taylor dejó una exitosa práctica médica en San Francisco para iniciar una organización sin ánimo de lucro conocida como Prevención Internacional: no más cáncer cervical, que opera desde su casa en Oakland, California.
El Papillomavirus humano o HPV es una de las enfermedades de transmisión sexual más común y se ha relacionado con el desarrollo de cáncer cervical. Taylor se dio cuenta de la magnitud del problema durante una visita en la que ayudaba a mujeres hondureñas que habían sido abusadas.
“Encontré tres casos de cáncer cervical en esas dos semanas que estuve allá. En toda mi carrera de 25 años había visto tres casos de cáncer cervical. Estaba aterrada. Empecé a hacer investigaciones y encontré que en los países en desarrollo las estadísticas eran muy altas, casi como si no se hubiera inventado la prueba de Papanicolao, o citología vaginal, que es como lo controlamos aquí (en EE.UU.)”, explica Taylor.
Mediante el examen de las células del cuello del útero de una mujer en una citología se pueden detectar infecciones rápidamente, identificarlas y tratarlas. Pero para la mayoría de las mujeres en países en desarrollo estos exámenes son inaccesibles o inasequibles.
La organización de Taylor se dedica a proveer estos exámenes y el entrenamiento para aprender a realizarlos. La especialista calcula que su trabajo ha tocado la vida de unas 50.000 mujeres.
El cáncer cervical está aún muy lejos de ser controlado. Taylor explicó que las vacunas ya se están desarrollando y podrían estar disponibles, a precios razonables, en unos 25 años.
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