La expresión común de sentir un “nudo en el estómago” se aplica cuando presenciamos algún accidente en la calle, cuando nos encontramos en una situación crítica, en donde las emociones como el miedo por malas noticias o la perspectiva de una tarea de enormes proporciones nos hace reaccionar y tener sensaciones que se originan en el intestino.
Así se explica la relación tan estrecha entre el aparato digestivo y el sistema nervioso, como cuando. Con el solo aroma a comida, se inicia la secreción de jugos gástricos. De igual manera, cuando nos encontramos ante una situación de ansiedad o zozobra, se alteran los procesos digestivos, la comida “cae mal”, se interrumpe la digestión o desaparece el apetito. También, cuando el estrés es constante en la vida de la persona, se desarrollan trastornos como úlceras, colitis, anorexia o bulimia.
El proceso digestivo tiene una fase nerviosa que se activa cuando la persona siente hambre, lo que hace que inmediatamente se segreguen los jugos gástricos, pero cuando el estado de tensión es muy agudo el aparato digestivo deja de responder adecuadamente porque los movimientos intestinales se interrumpen al igual que la secreción gástrica. Cuando hay un cuadro fuerte de estrés, el estómago lo siente inmediatamente.
La ansiedad, que se siente en el estómago y que se manifiesta como dificultad para hacer la digestión, sensación de pesadez después de comer o ardor en la boca del estómago, tiene ahora una explicación científica, pues en los últimos años, investigaciones médicas han identificado al intestino como el “segundo cerebro” que indican que algunas emociones como la ansiedad, pueden originarse en el intestino en lugar de en el cerebro.
La revista médica Gastroenterology ha publicado hallazgos que apuntan a que las bacterias que residen en el intestino influyen en el comportamiento y en la química cerebral. La investigación es importante porque varios tipos comunes de enfermedades gastrointestinales se asocian con frecuencia con la ansiedad o con la depresión. Además se ha especulado que algunos trastornos psiquiátricos, como el autismo de inicio tardío, pueden relacionarse con un contenido anormal de bacterias en el intestino.
Estos resultados son interesantes porque estimulan la investigación sobre el componente microbiano como causa de enfermedades.
Los estudios en ratas adultas sanas descubrió, que cuando se interrumpe con antibióticos el contenido normal de bacterias en el intestino, también lo hace el ciclo de la ansiedad o del estrés y aumenta la secreción de sustancias en el cerebro vinculadas a la ansiedad y a la depresión. Cuando se suprimieron los antibióticos orales, las bacterias del intestino volvieron a la normalidad y se restauró la química normal del comportamiento y del cerebro.
El intestino alberga cerca de 1,000 billones de bacterias. El intestino también contiene alrededor de 100 millones de las células nerviosas (neuronas), más que la médula espinal o el sistema nervioso periférico. Esta multitud de neuronas en el sistema nervioso del intestino permite "sentir" el mundo interior de nuestro intestino y su contenido.
La investigación referida indica que si bien muchos factores determinan la conducta, la naturaleza y el equilibrio de bacterias en el intestino parecen influir en el comportamiento. Se ha comprobado que las neuronas en el intestino también utilizan serotonina para enviar mensajes hacia el cerebro.
Con estos datos podrían sentarse las bases para investigar el uso terapéutico de probióticos o bacterias para el tratamiento de trastornos del comportamiento, especialmente los relacionados con afecciones gastrointestinales.
Revista Mundo Natural http://www.revistamundonatural.com/noticia.cfm?n=498#ixzz1YXXObQ3F
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