viernes, 3 de febrero de 2012

Mente, Emociones y Jazz: curarse con ritmo

La música es el sonido vibrante y expansivo del cosmos. Toda la música tiene niveles de frecuencia que son absorbidos por nuestra mente, provocando todo tipo de estados de ánimo, emociones, actitudes y movimientos creativos.
La música ha acompañado al ser humano desde que los tiempos comenzaron. Se dice que hay música en todo, incluso el mismo silencio tiene su “música” especial, su “sonido”.
Cada estilo musical puede contactarnos, indiscutiblemente con una emoción. El jazz, por ejemplo, es un estilo musical que antes era desaprobado por la sociedad refinada, quienes decían que este tipo de ritmo sincopado provocaba e inducia al individuo a comportarse de maneras no morales. Sin embargo, el hombre, en su afán interminable de entender y expresar lo que siente, no permitió que el jazz fuera desplazado del contexto musical. Muy a pesar de los que creían que la música de Bach, Mozart, Shubert y demás grandes genios musicales era la única que debía de escucharse, el jazz busco su lugar como estilo musical.
El jazz proviene de los cantos que hacían los esclavos negros a manera de distracción de las interminables y agotadoras faenas que se les inflinjian. Sus cantos, no obstantes, estaban aderezados con los estados de ánimo que les acontecía en ese momento, como el cansancio, la necesidad de libertad, de reconocimiento, de ganas de ser escuchados. Estaban llenos de pasión.
El jazz no deja de ser un estilo musical rico y sazonado de emociones encontradas, el gozo por vivir, la necesidad de libertad, la queja y el lamento de la inconformidad. Cuando uno escucha jazz y se concentra en las sensaciones que este produce, se experimenta una gran emotividad. Si ha esto aunamos las grandes voces de los intérpretes, entonces podremos realmente conectar con el sentir profundo de este estilo musical que tiene como base la improvisación, elemento que le confiere un carácter vagabundo y genuino al resultado de la interpretación.
Aprender a liberar emociones es muy sano, sobre todo cuando las emociones se liberan “con ritmo”. Si seguimos a esta liberación una reflexión adecuada, entonces podremos hacer de cualquier estilo musical no solo un desborde emocional, sino un entendimiento profundo. Y entonces cualquier estilo musical puede ayudarnos no solo a gozar el momento, sino a crecer y madurar emocionalmente.
Escrito por: Laura Garcés


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