domingo, 10 de junio de 2012

Calambres: Cuando los músculos se contraen involuntariamente

Si después de realizar alguna actividad física fuerte o simplemente sin razón se contraen los músculos y se produce una intensa molestia, entonces, puede tratarse de un calambre.

Estos dolores repentinos muy agudos y violentos son contracciones involuntarias de un músculo e inhabilitan, por segundos o minutos, el uso del tejido afectado al dejarlo rígido.

Suelen presentarse de noche y cuando las personas están descansando; afectan principalmente, las piernas, sobre todo, las pantorrillas y pies, aunque pueden darse en cualquier músculo del cuerpo. Y son más frecuentes en adultos y en quienes practican deportes.

El origen de los calambres

La mayoría se produce como resultado de un gran esfuerzo físico, sobre todo después de un largo periodo de inactividad. Por esto, un cuerpo menos acondicionado es más propenso a sufrir calambres. También se dan por pasar mucho tiempo de pie, lo que produce lentitud del flujo sanguíneo que debe ir contra la fuerza de gravedad.
 

Las causas más comunes en deportistas son la fatiga muscular, la deshidratación durante la práctica de un ejercicio en ambientes calurosos, permanecer en la misma posición durante un periodo prolongado, una elongación mal hecha y realizar un ejercicio rápidamente, por mucho tiempo y sin un calentamiento previo. En estos casos, es probable que los calambres se den al terminar la actividad o al final de ese día.

La atrofia muscular también incide en los calambres, es por esto que los mayores son más propensos, sobre todo si dejan de hacer actividad física.

Otro factor común es el desequilibrio que se da en los niveles de electrolitos, como magnesio, calcio y potasio. Por esto, un ejercicio excesivo que haga transpirar mucho, hace que el cuerpo elimine demasiados fluidos y elementos. El mismo efecto producen algunos diuréticos recetados para bajar la presión sanguínea en hipertensos o en quienes los usan para bajar de peso, que hacen perder principalmente potasio, indispensable para las funciones musculares.

Asimismo, quienes sufren enfermedades renales y además, deben dializarse, son propensos a desarrollar calambres porque pueden desbalancear la cantidad de potasio en la sangre.

También pueden ser síntoma de enfermedades tales como resfrío y hepatitis, que suelen darse con dolor muscular; trastornos gastrointestinales como diarrea, vómitos e intoxicaciones, que hacen perder electrolitos; anemia, diabetes, tétanos, trastornos hormonales, fibromialgia y artritis.

Las personas con problemas circulatorios y vasculares, como obstrucción del flujo sanguíneo, son propensas a sufrir estos dolores, porque disminuye la irrigación de sangre a las piernas, sobre todo al caminar o hacer ejercicio. Sin embargo, éstos no son calambres propiamente tal, sino que es claudicación, producida por el endurecimiento de las arterias y se da porque el músculo recibe menos oxígeno.

Por otro lado, los obesos tienen condiciones circulatorias deficientes producidas por el sobrepeso, que hacen más lento el flujo sanguíneo, favoreciendo los calambres.

Por la disminución en la llegada de sangre a las extremidades no se debe nadar después de comer, porque el organismo se centra en la digestión y no irriga tanto las extremidades. Además, si se hace ejercicio, el estómago deja de recibir la sangre que necesita y se puede dar un calambre estomacal.

Los cambios hormonales, principalmente en mujeres, alteran el contenido de electrolitos produciendo más de estas contracciones.

Por último, ciertas condiciones dadas por la inactividad, la deshidratación, la insolación, el tabaquismo y trastornos hormonales (como los menstruales), también pueden causar calambres.

Cómo evitar esos dolores repentinos

Lo primero es ver qué los está causando. Si es por alguna de las patologías mencionadas anteriormente, se podrán tratar con dietas respectivas o medicamentos indicados por un especialista.

Si se debe a un esfuerzo físico extenuante, hay que dejar de hacer el ejercicio por unos minutos y masajear la zona con el músculo elongado. Si no es posible hacerlo uno mismo, puede pedírsele ayuda a otra persona para que lo haga. Pero lo más importante es siempre realizar precalentamiento, elongación y relajación para prevenirlos. Por esto, se recomienda que quienes sean muy propensos, hagan ejercicios de flexibilidad habitualmente.

También se le puede pedir a otra persona que haga la elongación en la extremidad afectada cuando el dolor es demasiado fuerte e invalidante.

En la alimentación no deben faltar cítricos, legumbres, vegetales de hojas verdes y plátanos, ya que son ricos en potasio. Además, hay que tratar de tomar dos litros de agua al día para mantenerse hidratado y con los niveles de electrolitos adecuados. A quienes les dan calambres por alteraciones vasculares de origen venoso, es producto de un enlentecimiento del flujo de retorno, lo que provoca un aumento del volumen sanguíneo de las piernas, por lo tanto, se debe elevar las extremidades o usar soporte elástico, como medias.

Una vez que el calambre se ha presentado, para terminar con él o disminuir el dolor, se recomienda hacer masajes, elongar y aplicar calor en la zona afectada.

En algunos casos, pueden ser invalidantes y será necesario ver a un doctor si el dolor se prolonga por muchos minutos, si surge ante los mismos factores o si ningún mecanismo lo alivia.

Finalmente, cuando el calambre se presenta en los dedos pulgar, índice y anular, se trata del “calambre del escritor”, producido por usar esos dedos por mucho tiempo al hacer la misma acción. Así también le puede pasar a quienes pintan, tocan piano o trabajan con herramientas chicas. Pero la diferencia es que en estos casos, el calambre cede al cesar la presión de la mano.


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