martes, 20 de septiembre de 2011

La era del nudo en el estomago


El sistema digestivo es uno de los blancos preferidos de las emociones. Además, puede verse afectado por males de diverso origen que, en este siglo, son moneda corriente.
strés, ansiedad, miedo, nerviosismo, irritabilidad. Todas estas consecuencias de un ritmo de vida cada vez más cargado de apuro e incertidumbre afectan a un sistema que parece tener poco que ver con los pensamientos y las emociones, pero que está muy ligado a ellos: el digestivo.
En esta prodigiosa estructura se producen grandes cantidades de jugo gástrico y de enzimas que se mezclan con los alimentos, fraccionándolos en sustancias más simples, como las proteínas y los aminoácidos, y también destruyen ciertas bacterias, consiguiendo que las comidas se transformen en una sustancia semilíquida, el quimo, que pasa al intestino.
Pero además de su función digestiva, esta víscera es, junto con el cuello, los hombros y la espalda, el punto del organismo donde más se somatizan los problemas y conflictos de la mente, es decir, donde una alteración de origen psíquico se transforma en otra de base orgánica y funcional.
Ante un problema que sentimos que nos supera, se nos detiene la respiración, se nos anuda el estómago y sentimos una punzada en la zona abdominal. Si los problemas son permanentes, aparecen problemas más molestos, como el reflujo gastroesofágico, mal aliento, aerofagia, digestiones pesadas y lentas, y estreñimiento, hasta una persistente sensación de acidez y ardor estomacal.
En última instancia, puede desarrollarse una úlcera gástrica, la enfermedad psicosomática por excelencia, que consiste en una herida circular u oval en las paredes estomacales, debido a que su revestimiento ha sido erosionado por los ácidos gástricos.
Sus síntomas: dolor, quemazón, hinchazón, distensión del abdomen, náuseas o vómitos, después de las comidas.

El más sensible

El estómago no es sólo el órgano que más refleja los impactos emocionales, sino también uno de los que sufren más dolores, debido a diversos trastornos que requieren distintos tratamientos: desde gastroenteritis o apendicitis hasta indigestión, gastritis o síndrome del intestino irritable. De su correcta y rápida identificación depende el bienestar, e incluso la vida.
Según explica el doctor Luis Rico Zalba, jefe asociado de medicina interna de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, "las gastralgias son uno de los problemas más frecuentes en las consultas y pueden tener muchas causas".
Agudos o crónicos, localizados o generalizados, intermitentes o continuos, punzantes o apagados, todos los dolores de vientre se localizan en la misma región del cuerpo, el abdomen, pero no hay dos dolores de estómago iguales y todos tienen distintos orígenes.
Si el dolor abdominal es leve, tiende a remitir y no reaparece, no hay que darle mayor importancia, pero si es agudo, empeora y no cede con el paso de las horas, hay que acudir al médico o a un centro sanitario inmediatamente, sin perder tiempo.
Según Rico Zalba, "en estos casos urgentes, el dolor puede ser síntoma de un problema orgánico severo, desde una oclusión por retorcimiento de un asa intestinal hasta una perforación del estómago o un coágulo en los vasos de la región digestiva".

¿Cuándo ir al médico?

Otro síntoma que hace aconsejable acudir al médico sin dilaciones son los vómitos que acompañan ciertos dolores abdominales, que pueden relacionarse con una oclusión intestinal, un cólico biliar o una úlcera gastroduodenal.
Si el dolor es crónico, si va y viene, o desaparece y reaparece días después, también conviene acudir a la consulta para que el médico diagnostique de qué se trata, aunque con menos urgencia.
"Además de los trastornos más frecuentes, como la apendicitis o la gastroenteritis, existen otras causas de dolor abdominal, como la enfermedad inflamatoria intestinal o la intolerancia a la lactosa, que afecta más a los pequeños"", señala el experto.
También producen dolor abdominal los cálculos biliares, conocidos vulgarmente como piedras en la vesícula, que producen molestias localizadas parte superior derecha del abdomen. Estas molestias suelen ser de una intensidad media y más tolerable, aunque a veces pueden llegar a ser muy intensas.

Comida en mal estado

Una de las causas de dolor abdominal más frecuente es la gastroenteritis, una inflamación de la membrana mucosa del estómago y los intestinos producida por la ingestión de comida deteriorada, contaminada por gérmenes o toxinas microbianas.
Produce un dolor generalizado que no se sitúa en un lugar concreto, sino que se distribuye por todo el vientre, y que suele moverse de un lado a otro, dentro de la zona abdominal.
Se manifiesta en forma de cólicos (un síntoma también frecuente cuando el estrés y el nerviosismo atacan el aparato digestivo), va y viene, aprieta y cede, se acompaña de diarreas y vómitos. Cede al efectuar las deposiciones y después vuelve. No suele durar más de 24 horas.
En estos casos se recomienda reposar y no comer nada mientras duren las náuseas y los vómitos. Lo más aconsejable es beber abundante agua o jugos para compensar la pérdida de líquido. No conviene tomar antiácidos ni antidiarreicos. Hay que dejar que el cuerpo excrete el elemento tóxico que atacó su aparato digestivo, pero hay que ir al médico si el dolor y los síntomas tienden a empeorar.

Urgencias de quirófano

La apendicitis, una inflamación aguda de un apéndice del intestino, es una de las causas más frecuentes de dolor abdominal agudo y de operaciones abdominales, pero se soluciona sin secuelas con una intervención temprana.
Aunque muchas veces comienza en el centro del estómago o alrededor del ombligo, después baja, para situarse donde se localiza el apéndice, en la zona abdominal inferior derecha.
Es un dolor continuo, intenso y molesto que se inicia bruscamente, no cede y va en aumento. Al ser palpado, duele mucho. Puede ser punzante o no, pero siempre crece en intensidad: pasan las horas y aumenta, con lo cual se hace insoportable.
En esos casos, se debe asistir con urgencia a un centro sanitario para evitar complicaciones.

Las úlceras

El dolor es el síntoma más frecuente de las úlceras gástricas: una llaga, defecto o cavidad en el tejido de revestimiento del tubo digestivo, que puede aparecer también en el esófago o el duodeno.
El dolor ulceroso se sitúa en el centro y hacia arriba de la zona abdominal, en la boca del estómago. Con menos frecuencia afecta el pecho o la espalda. Se trata de un dolor punzante, que se percibe como el corte de un cuchillo, muy intenso, continuo y molesto.
Este dolor, que se acompaña de acidez y ardor, se alivia al ingerir alimentos, pero reaparece al cabo de una hora. Suele ser más severo cuando se está en ayunas y en determinadas épocas del año, como la primavera y el otoño.
La molestia cede al tomar antiácidos y la úlcera responde bien a los fármacos antiulcerosos y protectores de la mucosa digestiva. Conviene evitar los alimentos irritantes, como las especias, el alcohol, las frituras, los picantes, el té y el café.
Beber leche puede aliviar los síntomas momentáneamente, pero luego el dolor retorna con más fuerza. También hay que acudir al médico antes de llegar a perder sangre en vómitos o heces.

Pesadillas de sobremesa

Los excesos de comida o de bebida, sobre todo de alcohol, así como el estrés y los alimentos muy picantes, suelen producir malestar estomacal, a veces acompañado por una sensación de ardor en el centro del pecho y que se extiende hacia la garganta produciendo un sabor agrio en la boca.
La indigestión produce dolor de la región abdominal alta, en el centro y hacia arriba, en una zona similar a la de la úlcera gastroduodenal: debajo de las costillas, en la boca del estómago.
Más que dolor, se trata de una sensación de pesadez, de malestar; es un dolor "apagado", más tolerable que el de la úlcera, acompañado de sensación de plenitud, y que surge alrededor de una hora después de ingerir una comida copiosa.
Aunque los fármacos que inhiben o neutralizan el ácido del estómago, o estimulan el vaciado gástrico, pueden brindar alivio, la mejor arma contra la indigestión es prevenirla evitando las comidas copiosas, porque este trastorno no tiene remedio, salvo alguna mejoría momentánea que proporciona la eructación.

Inflamación y acidez

La inflamación de la mucosa gástrica, aguda o crónica, causa molestias muy similares a las de las úlceras pépticas e, igual que ellas, aparece asociado a una mayor acidez gástrica.
El dolor debido a este trastorno gástrico, denominado gastritis y relacionado con la úlcera, se localiza en la parte superior del abdomen. Es un dolor muy similar al ulceroso, y son muy difíciles de diferenciar clínicamente uno del otro, aunque el de la gastritis puede ser más leve, menos intenso.
La gastritis se alivia con antiácidos y tiene tratamientos similares a los de la úlcera péptica. Para prevenir los dolores gástricos hay que evitar los alimentos irritantes y medicamentos que favorezcan la inflamación de las mucosas. Para recuperarse del dolor, hay que descansar.

Tripas inquietas

Los movimientos intestinales anómalos, que alteran periódicamente la frecuencia y dificultan las evacuaciones, han sido relacionados con la carencia de fibras en la alimentación, con ciertas intolerancias o alergias alimentarias y con el estrés.
El denominado síndrome del intestino irritable (SIR) es más frecuente en la mujer que en el varón y, además, se agrava durante la menstruación debido a los cambios hormonales. Se localiza en toda la región abdominal, sobre todo en la parte baja, y puede ser similar a la gastroenteritis.
El dolor que ocasiona puede ser apagado y difuso, pero también alterna con cólicos y retortijones. Es una molestia crónica que aparece acompañada de fases alternadas de estreñimiento y diarrea. Ante un episodio de dolor, hay que buscar un lugar cómodo donde sentarse o acostarse, cerrar los ojos, reposar e intentar relajarse. Además, conviene colocarse una bolsa de agua caliente sobre el estómago.
Por Ricardo Goncebat / EFE Reportajes
Claves

  • Si el dolor abdominal es leve, tiende a desaparecer solo y no es necesario darle mayor importancia


  • El dolor y el ardor pueden ser síntomas de la úlcera gástrica


  • Si persisten problemas como el reflujo gastroesofágico, el mal aliento y digestiones pesadas y lentas, conviene consultar con un especialista para descartar enfermedades, sean o no de origen psíquico el alma habla en el cuerpo

Me cayó como una piedra, tengo un nudo en la panza, se me cerró el estómago... Piedras, nudos, cierres, revoltijos, fuego y otras metáforas ilustran la misma palabra: problemas.
¿Un cóctel de comidas y bebidas puede provocar en el organismo el mismo efecto que un atracón de preocupaciones?
"Todos sabemos cómo puede bloquearnos el estómago y quitarnos el apetito un problema –dicen Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, en el libro La enfermedad como camino–. También comer desordenadamente puede producir mareo. Ello no ocurre sólo en el plano físico, sino que una persona también puede tratar de embutir en su mente demasiadas cosas a la vez y provocarse una indigestión."
Según Dethlefsen, licenciado en psicología que dirige el Instituto de Psicología Experimental de Munich, y su colega Dahlke, doctor en medicina y psicoterapeuta, "lo que en nuestro cuerpo se manifiesta como síntoma es la expresión visible de un proceso invisible que con su señal pretende interrumpir nuestro proceder habitual, avisarnos sobre una anomalía y obligarnos a hacer una indagación".
Desde hace algunas décadas, la medicina académica no tuvo más remedio que empezar a reconocer la relación entre las emociones y las sensaciones físicas. Pero no siempre esto se contempla en los tratamientos.
De a poco, en el país surgen ramas de estudio que se ocupan de tratar la faceta psicosomática de las enfermedades, y cada vez más especialistas admiten que un paciente atendido tanto en sus dolencias orgánicas como en las mentales demanda un menor tiempo de recuperación y, por lo tanto, genera menos costos para los servicios de salud.
Sin embargo, todavía hay muchos reparos en tomar seriamente la cuestión, y muchos profesionales aseguran que aquellas dolencias imposibles de comprobar por medio del microscopio son sólo imaginarias y no merecen mayor atención.
Las molestias estomacales son el motivo de tres de cada diez consultas en el servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas. "Los pacientes dicen que sienten una molestia o dolor en el centro del abdomen, a veces acompañada por una sensación de plenitud o acidez", explica Juan Sordá, jefe de la división, y admite: "Todas nuestras emociones se acompañan de cierto grado de sensaciones físicas, así como nuestras molestias físicas impactan en nuestra vida emocional".
Valeria Burrieza


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